lunes, 17 de noviembre de 2014

Cómo pasar los días difíciles

Reflexión,


No todos los días son iguales, hay días en que nos levantamos con mucho ánimo, otras veces simplemente no queremos ni levantarnos y nos da pereza empezar un nuevo día… Tenemos demasiados problemas, nos sentimos cansados, tan agobiados de nuestra realidad que preferimos huir y hacer como que no pasa nada, y que todo está bien en nuestras vidas.
No todos los días son iguales.
Aceptar que no todos los tiempos son iguales será lo que nos dará fuerzas para comenzar un nuevo día.
Aun cuando nuestro mundo se vea roto o destrozado, siempre debemos mantener la fe en que Dios nunca nos dará más carga de la que podamos soportar. Si pedimos con fe y amor para que nuestros problemas se solucionen, Dios nos oirá, y siempre habrá una solución que nos muestre. Por muy difícil que sea tu situación, en Dios podrás encontrar solución. Podrás comprobar que cuando Dios te cierra una puerta siempre te abre una ventana.

Aun con todo aquello que nos duele en la vida, como la pérdida de un ser amado que ha partido para nunca volver, o cuando te destrozan el corazón y la vida parece que te la hacen de a cuadritos, aún en esas situaciones tan difíciles debes tener fe y esperanza que un día será mejor que el que estás viviendo.
El tiempo es el mejor remedio para nuestras enfermedades, tanto del corazón como las del cuerpo. Recuerda que cuando más pesada es la carga, mayor será tu recompensa en la vida.
Suavicemos nuestras asperezas con aquellos que estamos enfadados, perdonemos a aquellos que tanto daño nos causan, y no esperemos nada de nadie, así nunca te llevarás sorpresas por creer que todas las personas son como tú.


Sigue tu vida en forma correcta, sé una buena persona con tus semejantes. Aun en la desesperación y la tristeza más grande que pueda haber en tu vida, consuela saber que Dios, siendo nuestro mejor amigo, jamás nos falla. Puede tardar pero siempre estará con nosotros.
Y como dice una gran película cinematográfica, “Lo que el viento se llevó”,llénate de seguridad y firmeza, deja de lado el dolor, la desesperación, el cansancio, y todo aquello que no te deja avanzar, y di con fe y determinación:
“Mañana, mañana será otro día”.

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